
Argentinos está en plena crisis, no tiene identidad ni estilo de juego, y eso repercute directamente en el resultado. Para cambiar esta situación, se necesita volver a construir fútbol asociado, volver a tener la posesión de la pelota como marca la historia, y siempre buscar, por el piso, a un compañero.
No hay un jugador por sí solo que pueda cambiar la historia, pero sí que intente jugar y pueda contagiar a sus compañeros. Eso hizo Gaspar Iñíguez en los partidos que le tocó jugar, cuando estuvo frente a Boca y Belgrano, y cuando ingresó ante Newell’s. Se adueño del mediocampo y respetó un verdadero criterio de fútbol: la pidió, manejó los tiempos, circuló la pelota y, fundamentalmente, no la revoleó sin sentido, algo que es costumbre en el Argentinos de hoy.
En el encuentro de hoy, frente a Atlético Rafaela, se sintió su ausencia. Cualquier persona nota que en el Bicho falta alguien que maneje la pelota, pero “el táctico” Ricardo Caruso Lombardi falló una vez más, prefiriendo darle lugar a los jugadores que trajo y desestimando a Gaspar Iñiguez. Las consecuencias las pagó Argentinos Juniors, que no tuvo claridad, manejo, distribución, ni peso ofensivo, pero, sobre todo, no tuvo intención de fútbol.
Hoy, Gaspar Iñiguez tuvo que ver el partido desde el palco; seguramente le habrá dolido ver a su equipo perder, y, mucho más, ver a Argentinos sin hacer lo que le enseñaron a él y a muchísimos chicos más en las Inferiores: jugar con el estilo futbolístico histórico que representa a la institución de La Paternal.
Hoy, a nosotros nos dolió ver a Gaspar Iñiguez fuera de la cancha, en el lugar equivocado.
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