El 2016 quedará en la historia de Argentinos Juniors como un año ambiguo que, teniendo en cuenta el doloroso descenso de mitad año, lógicamente tiende a dar negativo. Fácilmente se distingue un semestre del otro, desde los resultados y el juego. El primero es contundente: único descendido de 30 equipos en Primera División. Arrancó el año en la posición 24° de la tabla de promedios y culminó último.
Seis meses estuvo el Bicho sin ganar. 15 partidos, desde el 3 de octubre de 2015 (2-1 vs Tigre) hasta el 30 de abril de este año que se va (1-0 a Boca). En el medio, la salida de Néstor Gorosito (36%, 33 de 90 puntos posibles), el desilusionante paso de Carlos Mayor (6,6%, 1 de 15) y el interinato de Raúl Sanzotti (33%, 11 de 33), quien intentó sacar a flote un barco casi hundido. El agónico gol a Olimpo de Renzo Spinaci, el héroe de Sarmiento de Junín, fue el golpe de gracia. Pero la realidad es que Argentinos se fue solito al descenso: dos victorias en 16 partidos, apenas nueve unidades de 48, sumada e incluida la mencionada racha de octubre-abril.
De equipos retraídos, sin identidad y con rendimientos más que bajos, se pasó a otra cosa. Una propuesta superadora, protagonista, de fútbol ofensivo, encarnada a partir de la llegada de Gabriel Heinze. En la B Nacional, el Bicho se reencontró dentro de la cancha. Diez triunfos en 19 partidos, el equipo menos goleado de la categoría, que apenas perdió tres partidos y quedó a dos puntos del sorprendente líder Brown de Madryn. Aunque quedó eliminado de la Copa Argentina al inicio del semestre, con Laferrere por penales.
Más allá de los números, el mayor éxito de Heinze radica en lograr que los hinchas que tiempo atrás apoyaron los revoleos y el 4-4-2 de los equipos de Ricardo Caruso Lombardi, hoy aplaudan las salidas del fondo por abajo, los toques, las triangulaciones y la constante circulación de pelota, que a veces incluye jugarla hacia atrás, con el arquero, y reiniciar la jugada. Una especie de reeducación futbolística del hincha, un juego que alimenta esperanzas para los próximos años.
En un año de insatisfacciones deportivas, los más jóvenes pusieron el pecho en una situación adversa, algo típico en la historia del Bicho: se destacaron Esteban Rolón, Nicolás Freire, que terminó de afianzarse, Guillermo Benítez, Kevin Mac Allister, Facundo Barboza, Iván Colman y Gonzalo Piovi (estos dos últimos no fueron formados en el club). La mayoría de ellos se potenciaron con el Gringo, y pueden ser vendidos el día de mañana por varios millones.

Un párrafo aparte merecen los refuerzos. Hasta la llegada del Gringo se repitieron errores de dirigencias anteriores, que ficharon jugadores sin planificación y por caprichos del DT de turno. En el medio se sucedieron los retiros del querido Lobo Ledesma y el decepcionante Federico Insúa, la polémica salida de Lautaro Rinaldi, tras no acordar su renovación con la dirigencia, y la ida de Jorge Quinteros como manager, con un resarcimiento económico más que importante ($ 1,7 millones). La deuda pendiente, en este tópico, será fichar un 9 que definitivamente convierta las múltiples chances que el equipo genera.
En 2017, el desafío primario para Argentinos será, sin dudas, concretar el encaminado ascenso. El reto siguiente, a corto y largo plazo, será lograr la estabilidad deportiva. En medio de tantos vaivenes políticos y económicos en el fútbol y en el país, no será sencillo mantenerse en Primera División por varios años, y así dejar de ser un ascensor, que sube y baja una y otra vez.
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