“Cuando las papas queman, aparecen los chicos del club”. Es una frase que he escuchado decir no sólo a los hinchas, sino también a muchos futbolistas surgidos del Semillero del Mundo. Está comprobado a lo largo de la historia del club, porque no es la primera vez que Argentinos Juniors pelea por la permanencia, y lo hace con juveniles.
Ante la ausencia de buen fútbol y una idea colectiva de juego, además del cambio de varios entrenadores, surgieron ellos. Los pibes, la esperanza de la salvación, los que se matan en cada pelota, que corren más que otros, los que parecieran tener tres pulmones, que no les duelen los codazos, los golpes ó las faltas; que se levantan, que festejan los goles como un campeonato. Todo esto, se nota a simple vista. Basta con ver sus expresiones, sus ojos…, cómo sufren en carne propia lo que está pasando.
El sueño de cientos se plasma en algunos pocos, que son los que hace años están en el club, y que llegan a debutar en Primera; que han mamado la filosofía de juego del Bicho, aunque hoy demuestren otras cualidades en cancha, como sacrificio, entrega y marcación. De todas partes de Argentina han venido: de Pergamino, Lanús, Santa Fe, Mendoza, San Juan, también de La Paternal, y no renuncian a una premisa que la gente vocifera desde hace algunas fechas: “Argentinos es de Primera, dejate de joder”.
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