Hoy se cumplieron 6 años de aquel 16 de mayo de 2010 en el que Argentinos Juniors cortó una sequía de 25 años, volvió a dar una vuelta olímpica y consiguió su quinta estrella, de la mano de Claudio Borghi. Muchas cosas han cambiado en este lapso, mientras que algunas otras siguen igual.
Hace 6 años creíamos que ya habían quedado atrás aquellos tiempos de descensos y promociones para pasar a una nueva época de pelear campeonatos y disputar torneos internacionales. Hoy, luego de una serie de malos manejos dirigenciales que incidieron en el plano futbolístico, estamos esperando un milagro para no sufrir nuestro segundo descenso en 2 años.
Hace 6 años nos abrazamos y lloramos en la cancha porque tocamos el cielo con las manos, mientras que ahora nos volvimos a acostumbrar a abrazarnos y celebrar por algún gol que evite caernos de espalda al suelo.
Hace 6 años, cuando el Bicho llegaba a lo más alto, Sarmiento y Temperley desfilaban sin suerte por la B Metropolitana, la tercera categoría de nuestro fútbol. Hoy el Gasolero ya se aseguró la permanencia en Primera, y nuestra suerte se dirimirá en una definición final con el conjunto de Junín.
Hace 6 años tuvimos un goleador intratable como Ismael Sosa, que marcó 9 goles en 19 partidos. Hoy nuestro máximo artillero tiene 2 goles, y el equipo solo marcó 9 tantos en los 15 encuentros disputados de este torneo.
Sin embargo, también hay cosas que se mantienen, quizás las más esenciales y las que nos definen día a día como hinchas de Argentinos. Seguimos esperando con la misma pasión que llegue el fin de semana para poder ir a la cancha. Nos seguimos juntando con la misma gente y seguimos acudiendo a las mismas cábalas para sentir que tenemos incidencia en el partido y sufrir un poco menos. Seguimos aplaudiendo cuando uno de los nuestros se inspira y realiza una jugada digna de la historia del club, esa historia de pelota al piso que tanto reclamamos. Porque siempre estuvimos y siempre vamos a estar junto al Bicho, como estuvieron nuestros abuelos y nuestros padres, y seguramente estarán nuestros hijos. Porque siempre, siempre, a pesar de los malos momentos, tendremos la esperanza de que haya otro 16 de mayo en nuestras vidas y poder volver a sentirnos los mejores por un rato.
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